Les comparto este artículo del periódico Diagonal a Paco de la Zaranda y Eusebio Calonge
Paco el de
La Zaranda y Eusebio Calonge
director y
dramaturgo de la compañía de teatro La Zaranda.
"No
hemos trabajado para el dinero, no hemos trabajado para el poder, no nos hemos
vendido"
La Zaranda,
la compañía teatral más longeva en la escena española, presenta nuevo montaje,
'El grito en el cielo'. Ocasión inmejorable para conversar largo y tendido con
dos de sus pilares.
27/10/15 ·
8:00
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impresa
Paco el de
La Zaranda y Eusebio Calonge. / Ariana Nalda
Paco el
de La Zaranda y Eusebio Calonge. / Ariana Nalda
Dijo un
viejo filósofo que la belleza para que sea belleza ha de responder a una
experiencia desinteresada. Sin afán de posesión, sin afán de satisfacer alguna
necesidad vital, sin afán de vender ni de comprar.
¿Qué queda
hoy en día que no se venda ni se compre? Nada, responderá algún cínico. Sin
embargo, a diario nuestra búsqueda es incesante y en el alambique de la vida,
si somos afortunados, aún podremos destilar algunas gotas de luz.
Sirva como
ejemplo La Zaranda, compañía de teatro que lleva casi cuarenta años
persiguiéndola y que, aun sabiendo de su carácter efímero e intermitente, la
apresan por momentos desde su teatro sagrado.
Hoy estrenan
en Barcelona su última obra, El grito en el cielo. Me acerco a su
director y a su dramaturgo con la emoción humilde del neófito que busca
impregnarse de un poco de su resplandor.
Dos vías,
dicen los místicos, conducen a la iluminación: la meditación, de carácter
racional y la contemplación, de carácter intuitivo. Su última obra trata sobre
ancianos en un geriátrico y La Zaranda, con más de 37 años de trayectoria, es
longeva entre todas las compañías. La ocasión invita a echar la vista atrás.
Meditemos, entonces.
Vuestros personajes siempre son marginales y
decadentes pero en los últimos montajes además son explícitamente ancianos (Nadie
lo puede creer, El régimen del pienso y vuestra última obra El
grito en el cielo). ¿Os interesa últimamente el tema de la vejez de una
manera particular? ¿Por qué?
Paco el de
La Zaranda.- Te voy a contestar a la primera pregunta. Yo no creo que los
personajes de La Zaranda sean decadentes para nada. Por una sencilla razón: los
personajes existen en la conciencia de los que en ese momento los está mirando
y el espectador decidirá si son decadentes o no.
Tendría que
decir que sí hemos creado siempre unos personajes en el abismo que los ha
puesto la vida, en una tesitura muy fuera de lo común y eso es lo que de alguna
manera los ha hecho grandes. Quizás son unos personajes que no han tenido voz
en la vida normal pero conservan su fuerza y su grandeza.
"El
teatro es un reflejo de la sociedad. Lo que puede contemplarse en la sociedad
en estos tiempos son altos niveles de decrepitud"
Eusebio
Calonge.- Nuestros personajes se establecen en un espacio metafórico. El teatro
es un reflejo de la sociedad. Lo que puede contemplarse en la sociedad en estos
tiempos son altos niveles de decrepitud. Consecuencia de haber hecho de Cronos
el único dios que habita el cielo y quizás eso también se refleja. También creo
que nosotros vamos cumpliendo físicamente ciertas edades y eso tiene una
consecuencia natural en nuestro teatro.
¿Qué significa hacerse viejo en una sociedad como la
nuestra? ¿Cómo sería envejecer en una sociedad que no rinde culto permanente a
la juventud? ¿Sería de igual manera un tránsito prescindible?
Eusebio
Calonge.- Yo creo que hoy en día la vejez es un tabú y se sostiene mientras
sigas siendo un consumidor de medicamentos. La vejez sería el último estadio de
un mecanismo visto como un sistema productor sin más sentido que pasar el
último trámite. Yo creo que nos hemos convertido en máquinas diseñadas para el
placer, para las que envejecer no tiene ningún sentido. Hemos perdido el valor
de la sabiduría, del conocimiento, de la experiencia; todo eso que conllevaba
hacerse mayor.
Una sociedad
que rinde culto a la juventud es una sociedad enfocada al comercio, no una
juventud con impulsos vitales, renovadores del mundo sino una juventud que
consume y que experimenta una mera agitación epidérmica sin profundidad.
¿Y qué encanto podría tener la vejez si estuviéramos
amparados por otras instituciones o en otro contexto?
Paco el de
La Zaranda.- Pues el que ha tenido siempre. Yo creo que la vejez ha sido
siempre sinónimo de sabiduría y lo que Eusebio dice sobre la juventud es
totalmente cierto. Una juventud sana es una juventud que escucha al anciano. Lo
que pasa es que al anciano lo han vuelto tan tonto, idiota y manipulado que se
ha quedado sin nada que decir. Yo creo que ya no hay ni ancianos ni jóvenes;
hay una maquinaria que hace que el consumo sea uno determinado a los sesenta
años y otro a los veinticinco.
El último montaje de la compañía La Zaranda. / Víctor
Iglesias.
Ustedes siguen llenando teatros, ¿cuál es el secreto
para hacerse mayor y no quedarse obsoleto en el arte?
Eusebio
Calonge.- Hay una frase que dice: si quieres ser actual, habla desde la
eternidad. Yo creo que ese es el secreto. La Zaranda siempre ha tratado temas
eternos. Un teatro obsoleto no intenta reflejar los espejismos de una sociedad
que es cambiante en un sentido de modas, en un sentido poco profundo. Nosotros
hemos tratado de tocar temas que inquietan al alma del hombre.
Las
preguntas radicales: ¿Para qué sirve todo esto? ¿Qué sentido tiene la vida? Yo
creo que seguir ampliando esa pregunta, el seguir insistiendo en esas preguntas
es lo que nos ha hecho viejos- en el buen sentido de la palabra- en este
oficio. El secreto es mantener vivas las preguntas.
Paco el de
La Zaranda.- No perder la capacidad de asombro. No perder esa capacidad de
maravillarte y en el arte es igual. El secreto es tener todos los días una
pregunta nueva.
Llevan 37 años haciendo teatro, si no me equivoco.
Eusebio
Calonge.- Da un poco de vértigo.
Poseen el privilegio de la perspectiva. ¿Qué
diferencias encuentran entre el panorama teatral español de 1978 y el de 2015?
Eusebio
Calonge.- Para empezar, la sociedad ha sufrido un gran cambio en cuanto a
infraestructuras técnicas y en el teatro ha tenido sus consecuencias. Quizás la
sociedad de 1978 era una sociedad con una esperanza distinta. Yo creo que ahora
hemos llegado a establecer en el teatro unos niveles de cobertura del ocio y
entretenimiento que en aquel momento no eran requeridos. Se apuntaba hacia otra
cosa. Los cambios son tantos que verdaderamente es una pregunta difícil.
"La
gente del teatro independiente ocupó poltronas de poder y poco a poco todo fue
degenerando en lo que ahora es"Paco el de La Zaranda.- El teatro es
siempre el pulso de la sociedad. En aquella época, cuando nosotros
comenzábamos, se vivía una época de enorme esperanza, de cambio, de confianza
en la transición española. Hubo un teatro que se llamaba independiente, el cual
desapareció. La gente del teatro independiente ocupó poltronas de poder y poco
a poco todo fue degenerando en lo que ahora es.
EusebioCalonge.-
En aquel entonces había un resurgir de compañías y ahora hay un exterminio.
Nosotros somos mirlos blancos. Seguimos resistiendo pero cuando digo resistencia
no me refiero a tener o no tener subvenciones, me refiero resistir a un consumo
de teatro que se crea desde las taquillas, desde el estado. Creo que las
compañías han sido exterminadas según la política que se está haciendo. El
teatro está siendo prácticamente desintegrado en las caras famosas, en lo de
siempre.
¿Creen que el buen teatro es requerido por el público
o que al imponerse los contenidos y los productos teatrales, el público está
confundido y no sabe lo que requiere?
Eusebio
Calonge.- El público se mantiene al margen de todo. No se pone en comunicación
con su espíritu. Hay una verdadera carencia espiritual. Para eso trabaja esa
maquinaria siniestra a la que venimos aludiendo. Al alejar al ser humano de ese
sentido trascendente se pierde el sentido del arte, del teatro y de todo. Lo
único que se establecen son medidas de entretenimiento en el que venir al
teatro podría ser equiparable a venir al…
¿Parque de atracciones?
Eusebio
Calonge.- Al parque de atracciones o al fútbol o a ver la tele o a leer un
bestseller. El nivel cultural del papel satinado y lo que establece lo
mayoritario realmente hace que el público haya quedado fuera. Nosotros estamos
a la captura de un público bien orientado. Siempre decimos que no tenemos a
todo el público del mundo pero tenemos al mejor, al que busca que el teatro sea
algo más que un entretenimiento, algo más que una prolongación de la
televisión.
Una ceremonia de alguna manera…
Eusebio
Calonge.- Claro, de alguna manera.
En una entrevista contaron que durante estos 37 años
cada obra les parecía la última y que pensaban que iban a tener que dedicarse a
otra cosa. Decían también que debido a esta circunstancia lo acababan dando
todo y eso parecía hacer que el montaje funcionara. ¿Crear siempre duele?
¿Siempre conlleva un riesgo?
Paco el de
la Zaranda.- Siempre duele y si no duele no puedes crear. Lo que pasa es que el
dolor tiene matices. Siempre tienes que creer que no sólo será la última obra
sino también la última función porque si no lo das todo en lo que estás haciendo
y dejas algo para mañana, el mañana… ¿Qué es el mañana? Yo creo que se vive el
teatro apasionadamente y con toda la intensidad para lo bueno y para lo malo
también porque todo en el teatro no es bueno o no llegas al público. Decía
Chejov: si quieres hacer teatro coge tu cruz. Vivir es llevar la cruz y hacer
teatro también.
Eusebio
Calonge.- El dolor en la creación es lo que te da trascendencia. Es lo que hace
que las raíces vayan más allá de lo material. El dolor es lo que pone en
comunicación alma y cuerpo y todo eso se necesita para que eso esté vivo. No te
puedes proyectar en el futuro ¿habrá más funciones? Porque esa energía es la
que se necesita para esa función presente. Hay niveles que con el tiempo se
superan porque hay un momento que ya tienes unos registros emocionales que no
te hace falta para crear de nuevo.
Ustedes siempre hablan de que la vanidad del autor,
del escenógrafo, de los actores e incluso la del público tiene que desaparecer
para que la ceremonia del teatro tenga lugar pero si echan la vista atrás y
contemplan el trabajo de casi cuatro décadas ¿Se permiten el pecado venial del
orgullo? ¿Están satisfechos?
Eusebio
Calonge.- El orgullo que tenemos es que hemos trabajado para el teatro que es
más grande que nosotros y que La Zaranda. Hemos sido transmisores de algo
grande que nos precede desde hace siglos y hemos trabajado con honradez. No
hemos trabajado para el dinero, no hemos trabajado para el poder, no nos hemos
vendido y de eso estamos orgullosos. Otra cosa es la vanidad de creerse algo
superior, ya te digo que con toda humildad hemos trabajado mucho persiguiendo
siempre comunicar y transmitir. Yo creo que lo importante es el teatro y esa
llama la recoge mucha gente joven. Eso es lo importante.
Su teatro es profundamente poético y ritual. ¿Hay
asuntos o espacios que rechacen como no teatrales o poco teatrales? ¿Qué es lo
inverosímil para La Zaranda? ¿O en principio todo es susceptible de ser
teatralizado?
Paco el de
La Zaranda.- Todo lo que puedes convertir en sagrado es teatral. Todo lo que no
puedes convertir en sagrado no lo es.
¿Y qué no es sagrado?
Eusebio
Calonge.- La banalidad, la superficialidad, los niveles de agitación epidérmica
que ahora confundimos con la emoción, la vulgaridad. Ahora se trabaja desde
niveles estéticos y nosotros preferimos trabajar desde niveles poéticos. Ahí
donde está la poética no se necesita la estética. Yo estoy de acuerdo con Paco,
de lo que no se puede hacer teatro es de aquello que ensucia la emoción de
vivir.
'El grito en el cielo', de La Zaranda. / Víctor
Iglesias.
¿Por qué desde finales del XIX se habla de la crisis
del teatro español? ¿Por qué el teatro siempre parece a punto de morir?
Eusebio
Calonge.- Habría que matizar esta pregunta. Lo de la crisis del teatro es una
crisis que refleja la crisis de pensamiento. Esta idea está presente en el
teatro de Beckett. Luego está la famosa pregunta: después de Austchwitz ¿Tiene
el arte? No sé. Centrándonos en España yo creo que hubo una vanguardia que
trabajó para la captura del público que no estaba lleno de enfant terrible:
Carlos Muñiz, Martín Recuerda, García Pintado y muchos autores con un gran valor
que no recordamos. Somos capaces de tener en la cartelera quinientos Mamet y no
tener ninguno de estos autores que fueron buenos.
(Esto nos
hizo recordar las piezas de estos autores. Piezas en un acto censuradas por el
régimen franquista con títulos tan sugerentes como Laxante para todos, El
bebé furioso, Las planchadoras, Las hermanas de Búfalo Bill,
y tantas otras. Estas obras son auténticas reliquias expresionistas, piezas
políticas, verdadero teatro revolucionario y convenimos que programar esto en
el CDN sería una auténtica celebración de la democracia y no la serie de obras
que se programaron el pasado invierno contra el fantasma de un régimen
totalitario populista que solo habitó en las cabezas de sus programadores.
Esto, para ser justos, lo pienso yo. Ellos no me lo dicen. En ese momento caigo
en la cuenta de que el Teatro Romea, en el que hacemos la entrevista y se
estrena El grito en el cielo, es el mismo en el que Alberto Miralles
organizó en 1970 un Ciclo de Teatro Español Actual que fue interrumpido durante
ese mismo año).
Como ustedes mismos afirman en Sudamérica el teatro
sigue vivo, se necesita. ¿Por qué la sociedad latinoamericana necesita del
teatro? ¿En qué se diferencia de la española?
Eusebio
Calonge.- El teatro español ha tenido esa pulsión de gente que ha querido hacer
cosas que no se recuerdan, que no se valoran, que no se rescatan. Tenemos un
sentido de la tradición nefasto. Confundimos lo estéril del costumbrismo con
esa columna vertebral que nos precede. En América cuando nosotros empezábamos
el público y el contexto social era muy distinto. Se iba con mucho más ímpetu y
había más maestros.
Con la
globalización se ha ido perdiendo mucho, ha sido como una apisonadora. Nosotros
tenemos grandes amigos en Argentina. Quizás sea el país en el que más público
tenemos. En Argentina también hay un gran teatro comercial que colma todo pero
también hay pequeños caminos en los que compañías se la juegan como nosotros
aquí.
Paco el de
La Zaranda.- Hay mucho teatro allá y cuando hay mucho, algo bueno siempre hay.
Eusebio
Calonge.- Hay también más necesidad de comunicar por el sistema represivo que
han vivido y el teatro era como un respirar. Respirar, hacer teatro en lugares
como Colombia costaba la vida, sin duda hay más interés allá pero empieza a
suceder lo mismo que aquí. El público se va alejando de las preguntas
trascendentes. Por desgracia somos cada vez todos más parecidos. En Europa
ocurre lo mismo: supuestas vanguardias completamente subvencionadas
estatalmente.
¿Han visto algo últimamente que hay merecido la pena?
Eusebio
Calonge.- Yo siempre cito a Los Cordero, que hacen un trabajo sensacional. En
Argentina, Ricardo Bartís y seguramente haya gente joven que esté haciendo
cosas interesantes ahora que por falta de tiempo no he podido ver.
Como ustedes mismos afirman, sus montajes participan
de lo trascendente, poniendo un espejo a una sociedad que se ha dejado de
preguntar sobre los grandes misterios de la existencia. ¿Creen que una sociedad
laica como la nuestra puede convivir con la experiencia de lo sagrado? ¿Puede
haber un término medio ¿O son dos conceptos antagónicos?
Eusebio
Calonge.- Yo no creo que sean antagónicos. Lo espiritual es una necesidad en el
hombre, otra cosa es lo que hace el hombre con esa necesidad, qué hace el poder
con esa necesidad pero sacralizamos continuamente; por ejemplo, los jugadores
de fútbol han ocupado el hueco que han dejado los dioses. Es decir, esa
necesidad de lo sacro siempre la vamos a tener. Esa necesidad se puede cubrir
con cualquier porquería.
Pasa como
con la comida, como no comemos cosas naturales llenamos ese hueco con cualquier
cosa pero es una necesidad en el ser humano. Lo trascendente nos puede llegar
del arte en los niveles contemplativos, en un cuadro. Se establece una
comunicación que ya nos lleva unos segundo a estar en otra parte. No creo que
sea incompatible.
Otro momento de 'El grito en el cielo', de La Zaranda.
/ Víctor Iglesias.
Sus obras son profundamente españolas. Se pueden
rastrear en ellas ecos de Valle-Inclán, de Goya, de Galdós, de la chirigota
andaluza pero no solo son comprendidos y celebrados aquí también viajan por
Latinoamérica o por Estados Unidos. ¿Qué parte de nuestra idiosincrasia y de
nuestra cultura conecta con otras culturas?
Eusebio
Calonge.- El pueblo español es muy trágico y muy bruto. Tiene lo mejor y lo
peor. Por ejemplo en la pintura, ese eco intenso de sangre y de muerte siempre
presente debe de ser muy llamativo para otras culturas, pero esto que comentas
no es buscado; uno es lo que es y ya está y sus referentes más inmediatos son
esos que nombras.
Paco el de
La Zaranda.- Hace muchísimos años, cuando vino Kantor a España, yo lo vi en
polaco y no entendí nada.
¿Está hablando de La clase muerta?
Paco el de
La Zaranda.- Sí, La clase muerta. Yo sabía muy poco sobre la historia de
Polonia pero me quedé impresionado e impactado. Cuando el teatro se eleva a la
categoría de arte, que no todo el teatro lo hace, no se puede explicar. El arte
no se puede explicar con palabras.
Es un misterio.
Paco el de
La Zaranda.- Claro, y entonces cuando se da, por diferente que sea la cultura
no importan las diferencias. La gente lo capta y lo siente. Ése es el lenguaje
que le pido al teatro. El resto son estudios que los teóricos hacen de
nosotros. Evidentemente en tantos años hemos ido aprendiendo y eso también se
refleja en nuestras obras. Hoy sé que el teatro tiene la misión de perseguir la
belleza y la belleza... ¿De dónde es? ¿Española, francesa o de dónde?
Eusebio
Calonge.- Quiero incidir en una cosa que me parece interesante: hay un arte
español muy denostado y una búsqueda de influencias en contextos muy diferentes
al nuestro. Por ejemplo, contextos anglosajones que no tienen nada que ver con
el nuestro por descafeinados y por estar tratados por el poder para que eso se
dé.
"En
España somos absolutamente cainitas y eso, por desgracia, va desapareciendo del
arte porque se ha sometido a conceptos de venta anglosajones"
El pueblo
español tiene una fuerza y una brutalidad natural en nuestra sangre, en nuestro
modo de ser. Nosotros somos absolutamente
cainitas y eso, por desgracia, va desapareciendo del arte porque se ha sometido a conceptos de venta anglosajones.
cainitas y eso, por desgracia, va desapareciendo del arte porque se ha sometido a conceptos de venta anglosajones.
¿Políticamente correctos?
Eusebio
Calonge.- Claro, claro. Y cuando parecen más críticos no es sino la crítica que
viene impuesta desde el mundo anglosajón. Por lo cual vamos perdiendo la
tradición de la sangre, nuestra identidad. Hablar de esto es muy poco
políticamente correcto. Valle- Inclán tiene una fuerza que autores anglosajones
no tendrán jamás.
Valle- Inclán se estudia sin embargo como un autor
preferentemente europeo en las universidades y se obvia que es profundamente
español ¿no lo piensa así?
Eusebio
Calonge.- Exactamente. Entonces la gente a veces hace teatro con estas
influencias anglosajonas que no tienen la vitalidad ya no de Valle, tampoco de
autores menores de aquí. Es lo que uno echa de menos, en ocasiones, en la gente
joven que hace teatro. Nos quedamos en conflictos muy pobres cuando tenemos el
mundo del retablo, de la imaginería para construir espacios. Ese mundo sigue
vivo porque está aquí. Para llegar al estadio de la belleza tienes que conectar
con lo que tenemos aquí y desde donde viene porque hoy partimos de que todo es
igual.
Paco el de
La Zaranda.- No se puede olvidar de dónde venimos. La raíz. Yo me emocioné
mucho porque vino a vernos una nieta de Solana y ella lloraba porque había
visto los cuadros de su abuelo en movimiento.
¿Qué montaje era?
Paco el de
La Zaranda.-Homenaje a los malditos.
Eusebio
Calonge.- No es que creamos que el escenario es una extensión de lo museístico
pero nos hemos impregnado de los cuadros de Solana. Del color por ejemplo. El
colorido de Nadie lo puede creer era solanesco. Me interesa la textura
del color para escribir. No sólo la imagen sino la textura en esos niveles
contemplativos. El uso de esas influencias va quedando en ti, para eso están
los maestros.
Cuando yo vi
que Kantor hablaba del retablo de Cracovia que era lo que le había sugerido
ciertas escenas, entonces pensé en mi pueblo. En mi pueblo hay un retablo de
Martínez Montañés que es tremendamente horrible. Es un cuadro en el que se
escapan todos los demonios ¿Tú sabes lo que se experimenta cuando lo primero
que ves en una iglesia es un cuadro en el que se escapan a todos los demonios?
Terrorífico.
Paco el de
La Zaranda.- Sí, terrorífico.
Eusebio
Calonge.- Mucho más vanguardista que a lo que podemos acceder ahora desde tanto
escándalo premeditado. Al teatro le hace falta ahora mismo la pulsión de
encontrar la sangre. No hay sangre. Es todo un diseño para ver en qué festival
de Europa encajo. Eso es siempre lo que le digo a la gente joven: las ganas de
hacer teatro tienen que surgir sobre la necesidad brutal de desparramarse sobre
el escenario. No como resultado del diseño de una estrategia de mercado.
En tiempos en los que hablar de cultura significa
hablar del IVA, de tantos por cientos, de recortes, de mecenazgo, ¿qué
significa para la Zaranda la cultura?
Eusebio
Calonge.- Ahora tendría yo que pensar al hilo de lo que vamos concluyendo. Yo
creo que el teatro tiene que quedar al margen de la cultura entronizada por los
manejos de poder y por todos esos porcentajes. Me parece una estrategia que
protestemos contra el IVA. ¿De qué si ya no hay bolos? No hay bolos. Han hecho
que enfoquemos la protesta hacia eso cuando la protesta no es ésa. La protesta
es: ¿Qué espacio tiene el teatro de verdad? Espacios estatalizados o espacios
comerciales y el teatro que no juega ni a una cosa ni a otra ¿Qué espacio
tiene? Ninguno. Ésa es la protesta.
Lo otro está
encauzado para que vayamos a coro a decir el IVA, aunque es cierto y ahora
pagamos una desmesura, pero no es el problema de fondo. El problema de fondo va
mucho más allá de eso. El mundo de la cultura dicho así cada vez me interesa
menos porque me resulta absolutamente manipulable. Como decía Kantor: yo lo que
quiero tener es una barraca de feria. Me parece ya que el teatro es como el
carretón del tonto de Divinas palabras de Valle-Inclán. Quizás todo esto
resulte escandaloso pero creo que el teatro antes que nada se tiene que
encontrar con el teatro.
Paco el de
La Zaranda.- Después ya veremos si es cultura o no es cultura o qué es cultura
hoy día.
Eusebio
Calonge.- La cultura tiene sentido cuando es lo que nos han dejado los que
vienen detrás y que uno intenta dignamente mantener. El resto son cosas que se
imponen desde las tendencias, como dicen hoy día.
Su teatro es inspirador y tan atemporal que siempre
resulta actual, ¿qué legado, qué consejo desde la autoridad que les inviste la
experiencia de los años, darían a la gente más joven que recién se apasiona con
el teatro?
Paco el de
La Zaranda.- El teatro nos trasciende, también tiene que decirnos qué quiere
él.
Pues ya está muchas gracias.
Paco el de
La Zaranda.- Pues ya hemos hablado un rato.
Prendida del
último pensamiento, apago la grabadora desorientada. Me invitan a comer con
ellos en una tasca de Barcelona. Al salir, me despido quizás demasiado efusiva,
como si los conociera de hace mucho. Es el vino y la emoción. De camino al
teatro para ver El grito en el cielo, experimento la alegre inquietud de
quien no sabe si ha cumplido su cometido pero que cuenta con la certeza de
haberse llevado un regalo que no puede ser relatado en toda su exactitud. Como
dijo un poeta: "Cosas que es bueno callar, como bueno era hablar de ellas
en el sitio en el que nos encontrábamos".
Sobran las
palabras, que diría el maestro.
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