Revista Funámbulos
Reportaje a Gustavo Schraier
por Sonia Jaroslavsky
por Sonia Jaroslavsky
¿A
quién consideras el no público?
Me gustaría hacer una pequeña clasificación sobre los” sí- públicos” antes de referirme a los que no lo son. Como no puedo extenderme demasiado por razones de espacio, me remitiré a una categorización muy, muy básica que utilizo en las clases a modo de introducción sobre este tema. Para ello, les propongo que nos imaginemos al conjunto de los públicos a los que podemos arribar con un espectáculo como partes de los círculos de un gran tiro al blanco.
En el círculo central de este, aparecería lo que técnicamente denominamos como “público objetivo”. Es decir, aquel público que identificamos en relación a nuestro proyecto y al que apuntaremos nuestras principales estrategias de comunicación y captación.
El círculo siguiente y hablando desde el centro hacia la periferia, es el que estaría ocupado por el “público secundario”. Este es aquel que concurre habitualmente a ver teatro y/o danza y que, potencialmente, podría llegar a estar interesado en nuestra propuesta, por lo que debemos dedicar parte de nuestras estrategias comunicacionales para atraerlo también.
El tercer círculo lo habita lo que se conoce como “público marginal”. A este tercer sector lo llamo irónicamente público “vi luz y entré” porque está conformado por individuos que se manejan de un modo ciertamente impredecible, que deciden muy sobre el momento y algo impulsivamente -entre muchas ofertas que los tientan- como para captarlos desde una comunicación más tradicional.
Por fuera de estos tres círculos, aparece el cuarto y último, el círculo que tendría mayor espesor que el resto y que es el que ocupa el “no público”. Ahora bien, ¿a qué le llamamos así? Podría decir que es aquel conjunto de individuos que por diferentes factores - geográficos, sociales, culturales, educativos, económicos, etarios, etc., etc.,- no tienen el hábito de concurrencia a ver teatro o danza ni sienten algún interés en hacerlo. Si nos fijamos en las estadísticas de los años 2004- 2006 de “Asistencia a las salas según región geográfica” que figuran en el sitio del SINCA, los guarismos totales reflejan que el “no público” en Argentina rondaba un 85,5 %, el que si asistía un 11,1 % y el que no asistía (porque no había salas en su lugar de residencia) un 3,1%. [1] Ahora bien, lo que no se analiza en aquel 11,1 % que si asistía es lo que llamamos hábitos de frecuencia o de asiduidad. Yo me pregunto si un individuo que concurre a ver una obra de teatro o danza por única vez en un año y no repite la experiencia nunca más o lo hace dos años después -pero aún así ingresa en esas estadísticas-, lo podríamos llamar “público”, “no público o sólo entraría en el terreno cuantitativo de lo que denominamos como “espectadores” y que es muy otra cosa.
¿Qué
estrategias posibles para atraer al público (y hacerlo habitué) y al no público
puede considerar como posibles para el teatro independiente?
Me parece importante comprender que no existen recetas magistrales ni fórmulas mágicas ni estrategias únicas y reproducibles para todos sino que cada producción, cada proyecto (independiente o no), debe encontrar las herramientas particulares y adecuadas que le permitan comunicarse con el público para atraerlo, consolidarlo o incrementarlo.
Pero para ello debemos pensar y repensar si o si en el “para quién” de nuestros proyectos desde la misma preproducción. Si solo lo tenemos en cuenta cuando no acude a la sala, estamos fritos. Y ojo que no estoy diciendo que debamos adaptar nuestras creaciones al gusto del público. Eso dejémoselo al teatro comercial. Me refiero a debemos considerar como parte esencial de la concepción de un proyecto, al que será el destinatario de todos nuestros esfuerzos, al que se va a sentar “en el lado oscuro de la sala” como nombra al público la experta mexicana Lucina Jiménez.
Y si no tenemos herramientas para ello o no nos sentimos capaces de elaborar estrategias en ese sentido, busquemos ayuda. No dudo que existan estudiantes avanzados de marketing o de comunicación deseosos de poner en práctica todo lo que aprendieron en la universidad. Es solo cuestión de ser creativos. Incluso se les podría proponer ser pasantes o bien, formar parte de la cooperativa.
Por otro lado, en el teatro independiente o alternativo deberíamos dejar de demonizar ciertos términos como mercado, producto escénico, marketing, gestión, planificación estratégica, comunicación, etc., etc., que finalmente no son más que términos y que salvo mercado y producto escénico, son solo herramientas que podríamos adoptar, adaptándolas a nuestras realidades y posibilidades para mejorar nuestro funcionamiento. Otra cosa a pensar es en los entornos (geográficos, sociales, culturales, económicos, políticos, etc.)
Cada proyecto se mueve en entornos diferentes y que lo condicionan de un modo particular por lo que es imposible generalizar estrategias de gestión de públicos. Como además los entornos son diversos y cambiantes debemos entender, como lo señala Miguel Ángel Pérez Martín en su libro, que lo que funciona en un lugar puede no hacerlo en otro; lo que funcionó hace un año con un proyecto anterior, puede no hacerlo con nuestro proyecto actual.
Una última cuestión con respecto a las estrategias me parece que se refiere a reflexionar sobre como podemos hacer para intentar reestablecer esa relación bidireccional que debe darse entre un espectáculo y el público. Desde hace un tiempo a esta parte vengo sintiendo que desde el teatro y la danza (independiente y no independiente) solo estamos teniendo una relación unidireccional hacia los públicos. De nosotros hacia ellos. Que solo nos preocupamos por informar, por difundir y (no tengamos miedo de decirlo) por vender nuestro producto escénico sin importarnos mucho cómo es la recepción del otro lado, cómo nos percibe el público o lo que es mucho peor, si nos percibe de algún modo.
No quisiera sonar pesimista, prefiero que lo piensen como una ironía de mi parte, pero mi sensación es que poco a poco hemos venido perdiendo el contacto con los públicos, que algo de la comunicación se ha roto o vuelto algo autista, por decirlo de algún modo, y que si no reflexionamos al respecto entre todos los sectores de las artes escénicas, si no pensamos como revertir esto pronto, en un futuro estaremos preguntándonos con cierta nostalgia, ¿ché, qué era el público?
[1] Datos de los Informes
Nº 1 y 3 (octubre de 2005 y noviembre de 2006) - Sistema Nacional de Consumos
Culturales (SNCC) - Secretaría de Medios de Comunicación de la Nación
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